Reforjados es un relato corto que narra el suplicio que deben soportar en silencio los Stormcast Eternals ante un enemigo al que ni siquiera con el poder de Sigmar son capaces de vencer. ¿Hasta cuándo soportarán esta desgracia?
"El General del Imperio se mantenía firme y erguido a pesar de la confusión que reinaba a su
alrededor. Debía seguir gritando órdenes claras y concisas a sus subordinados a medida que los
seguidores del Caos avanzaban, para que el miedo no se apoderara de ellos. El estruendo del
campo de batalla era ensordecedor: los arcabuces escupían fuego, las espadas crujían los huesos
y el viento rugía al son de poderosos hechizos que atravesaban el aire. Sin embargo, el General
sabía que aquello no era una batalla, sino una masacre. Había enviado a la orden de caballería
en semigrifo al flanco derecho con la esperanza de que resistieran el tiempo suficiente para que
el núcleo de su ejército, formado por tropas de los Gremios Libres de Hammerhal, bien
ordenadas en filas de alabarderos, lanceros y grandes espaderos; resistiera. Pero ya era tarde,
el flanco caería pronto y el enemigo los rodearía. Ya no quedaba esperanza para sus hombres,
solo la certeza de una muerte segura habiendo servido al dios Sigmar en la guerra lo mejor que
fueron capaces.
De pronto, un fogonazo de luz cegadora, seguido de un estruendo hizo temblar el campo de
batalla. El rayo cayó en menos tiempo de lo que dura un parpadeo, y al disiparse la luz solo
quedó el brillo resplandeciente de las armaduras. Acto seguido, una falange Stormcast avanzaba
en formación hacia el enemigo. Su fuerza de espíritu, su rectitud y su voluntad férrea hizo
retroceder al Caos. El General vio renacer la esperanza y ordenó cargar a sus soldados a la par
que lo hacían los guerreros Stormcast. Ambas fuerzas chocaron con fuerza contra el enemigo al
ritmo de armaduras quebradas, espadas ensangrentadas y escudos rotos.
Muchos valientes guerreros murieron, sacrificándose en la lucha en el nombre de Sigmar; pero
finalmente las fuerzas del Orden se alzaron con la victoria una vez más. La reconquista de los
reinos mortales seguía su curso, lenta pero inexorablemente los ejércitos de Sigmar seguían
ganando terreno al Caos; pero a costa de un alto precio."
"Tras un golpe fatídico, el cuerpo de Cabalus cayó vacío sobre el campo de batalla. La armadura
que dejaba tras de si en los reinos mortales no era ya nada más que una cáscara hueca, pues su
alma había quedado separada de ella. Una vez roto el vínculo con la vida, una fuerza inexorable
comenzó a arrastrar a su alma hacia las profundidades de Shyish. Tenía un contrato que cumplir
sirviendo durante el resto de la eternidad al dios de la muerte Nagash, como pago por haber
vivido.
Sin embargo, aunque la fuerza de la muerte tiraba con fuerza de su alma, otra fuerza
proveniente de la dirección contraria le aprisionaba, impidiendo a su alma seguir avanzando. Y
aunque solo era un alma y carecía de cuerpo físico, a continuación experimentó un dolor
inimaginable para cualquier mortal: la tortura de escoger entre la paz del descanso eterno, o el
deber de seguir luchando por la vida que ya había dejado atrás tantas veces.
A base de pura determinación, su alma esgrimió toda la voluntad que le restaba para poco a
poco irse alejando de la oscuridad y la profundidad para ir hacia la luz. La muerte, al ver al alma
rechazar el camino que según las leyes le correspondía seguir, tiró de ella cada vez más fuerte,
arrancando pedazos de su esencia y desgarrando su forma. Su martirio parecía no tener fin, pero
podía notar como con su sacrificio el frío del abismo se alejaba y la luz divina de su verdadero
dios lo arropaba.
En el momento final, cuando la luz finalmente le alcanzó, creyó escuchar el sordo rugido del
propio Nagash plagado de odio, aumentando de nuevo su poder tras el Necroseísmo.
Y entonces, de golpe, despertó:- Enhorabuena por volver, hermano Cabalus. Tú alma ha sido reforjada con éxito por octava vez.
Cabalus ya no solo sentía, ahora podía volver a “oír” las palabras. Poco a poco trató de recuperar
plena conciencia de la unión de su cuerpo y de su alma. Trató de reincorporarse y lo notó
enseguida. En lo más profundo de su ser sintió que había perdido algo. Algo importante que no
volvería a recuperar jamás. Era un dolor extraño, mientras que durante el proceso de reforja su
alma adolecía de pura agonía, la sensación al volver a despertar de ser cada vez un poco menos,
de perder un pedazo de sí mismo, se asemejaba más a la frustración y el desconcierto, una
experiencia para la que ningún entrenamiento de combate podía preparar a ningún Stormcast.
Sin embargo, esa vez había algo más. Algo era diferente, algo no estaba bien… Sí, ya recordaba:
el defecto. No solo seguía ahí; se había acrecentado. Aquello imbuyó a Cabalus de dudas sobre
si verdaderamente debería haber regresado. Quería seguir sirviendo a su Dios, pero no podía
vislumbrar donde estaba el límite.
- Hermano, yo…
- Será mejor que guardes silencio, hermano Cabalus. Has vuelto, y eso es lo único
importante ahora. Seguirás cumpliendo con tu deber. Sin dudar.
Cabalus miró a su hermano y comprendió que tenía razón. Debía seguir adelante. Tener la
oportunidad de seguir sirviendo a la causa de Sigmar era un auténtico privilegio, y no necesitaba
saber nada más. Lo mejor sería retomar el entrenamiento lo antes posible.
__________
Cabalus alzó su escudo justo a tiempo para bloquear el golpe de su compañero y rival: Torneus.
Viendo que había perdido la iniciativa en el combate, Cabalus fingió que iba a realizar un ataque
recto lanzándose sobre el pecho de Torneus, pero en el último momento realizó una finta y
dirigió su ataque contra su rodilla izquierda. Torneus no pudo evitar el ataque y cayó al suelo. A
pesar de que sabía que el duelo de práctica había finalizado, Cabalus notó como el ansia de
sangre le embargaba. El defecto se acentuaba cada vez más. Clavó su mirada sobre el cuello
desprotegido de su hermano y alzó su arma con todas sus fuerzas listo para rematar a su
enemigo. Cabalus luchó contra sí mismo con toda su voluntad para reprimir la emoción por el
asesinato que le embargaba de forma irracional. Logró detener sus propios músculos y mantuvo
la compostura como si su cuerpo fuera una estatua, hasta que al fin, poco a poco, el momento
pasó y recuperó el control. Ayudó a su hermano a levantarse, el cual, rendido contra el suelo,
no había podido ver los ojos inyectados en sangre que Cabalus tenía hasta hacía un momento.
Tras finalizar el duelo, ambos hermanos se sentaron en las gradas del Gladiatorum para tomarse
un respiro mientras se deshacían de las protecciones. Al quitarse Cabalus la coraza, no pudo
evitar llevarse la mano hasta la enorme cicatriz que le recorría el pecho de su nuevo cuerpo tras
el proceso de reforja.
- Ha sido un buen duelo compañero, no has perdido la forma. Dime, ¿fue un hacha? –
preguntó Torneus.
- Sí. Cuando vuelva a cruzarme con ese heraldo del caos le devolveré el favor. Acumularé
todo mi odio en un solo golpe y lo aniquilaré de la existencia.
- Bueno, tú al menos moriste en honorable combate cuerpo a cuerpo y puedes buscar
venganza. No hay nada mejor para nosotros, los Knight Excelsior, que destrozar al
enemigo con las armas que empuñamos cuerpo a cuerpo. A mí me alcanzó uno de esos
hechizos depredadores que siembran la destrucción allá por donde pasan de forma
descontrolada. Como vuelva a ver a uno de esos magos humanos del colegio arcano tonteando con fuerzas que escapan a su control pienso darle un puñetazo tan fuerte en
el estómago como para que no despierte en una semana. Pero cuéntame más, estás
especialmente callado hoy Cabalus. ¿Tan desastrosa fue la campaña en los reinos
mortales?
- ¿Cuántas veces te han reforjado, Torneus?
- Esta es mi tercera oportunidad de servir a Sigmar en la victoria.
- ¿No es duro para ti el poder regresar al hogar tan solo tras cada derrota? Es cierto que
la guerra es nuestro oficio, y que el tiempo que pasamos en Azyr es solo una prórroga
hasta que volvemos a nuestra verdadera vocación militar. Sin embargo, mientras las
Guerras del Alma prosiguen, cada vez que abandono Azyr siento una gran frustración,
pues sé que al volver habré perdido de nuevo una parte de mí mismo. Me preocupa
continuar dando vueltas a este ciclo sin fin hasta que un día me convierta en un
autómata.
- Creo que le das demasiadas vueltas Cabalus. Hemos sido creados con un propósito. Y
nuestro deber es cumplir con él de la mejor forma posible. Si seguimos esforzándonos,
finalmente venceremos al Caos.
- Es verdad, pero a veces pienso en si pudiese existir otro camino…
- Bueno, no sé si debería decir esto pero… Reúnete conmigo esta noche frente a las
puertas del palacio, pero no le digas nada a nadie y ven solo.
- ¿Cómo?
- Te llevaré a cierto lugar. Quiero que conozcas a alguien."
Miniwars
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